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viernes, 3 de septiembre de 2010

Testimonio de la Guerra Grande – Muerte del Mariscal López

Al hilvanar el génesis de este ensayo sobre el pasado histórico de aquel Paraguay de ensueños y quimeras del tiempo de los López, deja en el alma una mezcla de sentimientos tormentosos que gravita entre la nostalgia y la rabia, entre la suprema admiración de héroes ferrosos que defendieron su patria, y por otro lado la lobreguez hipócrita de espíritu que se aliaron envidiosamente y llevaron a cabo unos de los peores genocidio de la humanidad.

En una visión retrospectiva, el surgimiento del pueblo paraguayo como República, fue objeto de molestias y desmanes desde el inicio por parte de brasileños y argentinos, que nunca quisieron reconocer a Paraguay en el universo de países libres e independientes. El deseo de anexamiento del territorio paraguayo por Argentina y Brasil fue siempre una constante.

Sin embargo, a partir de Don Carlos Antonio López y Francisco Solano López, la envidia por los avances culturales y tecnológicos se volvió aversión para los vecinos. El tratado secreto de la Triple Alianza se constituyo en definitiva en un letargo estéril, un atentado de los postulados libertarios de Simón Bolívar y tantos otros que soñaron en una América hermanada.

Paraguay, dotado de una tecnología superior incluso a la de Francia y organizado sus fuerzas armadas con 80.000 soldados elegantemente equipados, locomotoras y barcos de vapor y hasta telégrafos, enfrentó a los tres países con la garra propia, comparadas solo con Leónidas y sus 300 valientes de la gran Esparta.

Este ensayo también es una demostración clara que no solamente los vencedores tienen el derecho de contar la historia, muchas veces en forma amañada para disculpar graves crímenes de lesa humanidad como por ejemplo en Acosta Ñu, los brasileños asesinaron con toda furia a cientos de niños en un campo raso.

Los testimonios expuestos en la obra son claros y elocuentes, que no cabe la menor duda de su veracidad, ya que coinciden plenamente una con otras, formando así una uniformidad histórica singular, que tiene la transparencia inconfundible solo de la verdad.
Las páginas de gloria de la gran epopeya de la Guerra Grande constituyen un pasado histórico que otorga a cada paraguayo hoy; un origen, una identidad peculiar, una partida de nacimiento como raza, como nación, pues de la valoración que se haga de esta identidad y este pasado histórico sublime, con seguridad resultará un aliciente para remontar alturas de excelencia en el universo de los pueblos y naciones.

Al finalizar caben las siguientes reflexiones:

• ¿Me identifico como paraguayo con mi pasado histórico?

• En mi cotidiano vivir ¿Honro con mi conducta a quienes se atrevieron a bordear más allá del mismo infierno por amor a la patria?

• ¿Doy lo mejor de mí para levantar este país hoy tan manoseado por quienes han olvidado el supremo valor de cada centímetro del suelo nacional?

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